Aquella tarde decidí darle una sorpresa e irla a visitar hasta aquel lugar lejano que llamaremos Monteperdido porque escribo escuchando esa canción.
El viaje inició pasado mediodía aventurándome en un transporte que sabía no tenía retorno después del atardecer. De camino en carretera solo pensaba en contemplar su sonrisa toda la tarde a su lado. No avisé de mi escape y no avisé de mi llegada. A veces debemos hacer lo primero que se nos viene a la mente sin más. Son esas ideas fugaces que se convierten en las aventuras que siempre recordamos con más anhelo de repetir.
Llegué a 3 horas de que se ocultara el sol. Creo que nunca hubo intención de regresar a casa sin pasar la noche en aquél lugar.
Monteperdido es un pueblo pequeño donde el aire siempre huele a humo de leña y entre todos se conocen.
Al entrar a su casa se sorprendió al verme ahí parado en la puerta, con mi sudadera negra, mi mochila y un par de rosas. Describirla es gastarme las letras para la perfección. Vestía una blusa floreada de tirantes y unos jeans; llevaba el cabello recogido en una cola de caballo y en definitiva se veía feliz, con una sonrisa más grande de lo que puedo imaginar. Sonrojada, me abrazó. Un abrazo que te reconforta y hace sentir que el tiempo deja de existir y puedes quedarte ahí por siempre. Acercó sus labios a mi mejilla y me besó, me miró a los ojos y me llevó a la cocina. Cenamos temprano unas rebanas de pizza que llevé y algo de refresco. Conversamos amenamente. No recordaba que me gustara tanto escucharte contarme tus días, las historias de tus aventuras sobreviviendo ahí. Oírte reir se convirtió en mi pasatiempo favorito. Después de un rato jugamos rummy. Ella siempre ha sido mejor pero no suelo decirlo.
La noche se acercó dejándonos con una luz tenue en la cocina. Viéndonos en semioscuridad nos levantamos de la mesa y fuimos al patio trasero donde habían unos columpios colgados en la rama de un viejo árbol.
Saben qué es lo más impresionante de estar en medio de la naturaleza. La oscuridad que invade el espacio, no hay contaminación lumínica y el cielo estrellado es surrealista. Esa noche sin planearlo fue la última lluvia de estrellas del año. Ya estaba pronosticado pero no lo recordé hasta que junto a ella y la noche contemplamos el evento astrónomico.
Estar contigo me ha hecho volver a querer, a pensar y extrañar a alguien. Sabes estar, sabes hacerme sentir. Me acerqué a ti y besé tu frente.
Pasamos suficiente tiempo en silencio observando hasta que bostezaste. Entramos a la habitación donde había una cama individual, una mesa de noche y una ventana que deja entrar la luz de la luna. Nos cambiamos de ropa y dormiste apenas caíste en la cama. Yo tenía insomnio de no querer dejar de verte. Pero me acosté a tu lado, crucé mi brazo por debajo de ti y me abrazaste.
A veces tus silencios me expresaban más de lo que podía procesar. Tal vez mañana ya no estemos aquí, por eso hay que disfrutar los días juntos. Sabes que tenemos poco tiempo y prefieres dormir en lugar de verme. Esta despedida durará tan poco y ya estás descansando. Sé que es tarde.
Al despertar no había nadie a mi lado, solo tu recuerdo. Me puse mi abrigo y salí a esperar el transporte a mi hogar. No ha salido el sol y la neblina cubre la calle, hay frío.
"Me enamoré de una estrella fugaz, algo que solo fue temporal."